jueves, 23 de diciembre de 2010

La Balada del Cruzado

Aqueste que halle

En el dolor ajeno una bendición

Y acuse de traición

Cada día par de la semana

Y acaso impar también,

Da fe de su estado febril

Pues no puede más que elegir

Un sendero de destrucción

Dejando atrás la razón

Que nos trae jolgosa vida,

Y comida caliente y no fría

Como es la indigesta venganza.


¡Ultranza! Repiten tus labios

En sueños varios

Que no te dejan descansar,

Pues cien vueltas das a la cama

Y no es vida sana

Esperar al enemigo con tanta ansiedad.

Vos y vuestra paranoia

Que hace que cualquier accidente

Se torne cociente

Por el hechor que la administra.


Y habrá que seguirle la corriente,

Muy señor mío,

Pues no actuó con alevosidad,

No hay ni pizca de maldad

En cualquiera de mis actos.

Pues hoy en día,

No me conviene su merced,

Exponerme a sus agravios,

Ni a sufrir sus acusaciones y lamentos varios,

Tampoco a beber de su vino aunque tenga sed.


Vendería usted a su madre

Por ir a luchar a las cruzadas

Aunque la puerta de Tierra Santa

Se halle desencadenada

Y no quede más por lo que luchar.

Vendería usted a su hermano

Por un jergón congelado

Donde en unas curvas voluptuosas

Descansan su fuego y su lealtad.


Mas yo ya me retiro,

No quiero saber nada,

Mejor ser para usted nada que ser un amigo

Porque nada se mantiene en nada

Y sus amigos siempre se tornan en enemigos.


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