Aqueste que halle
En el dolor ajeno una bendición
Y acuse de traición
Cada día par de la semana
Y acaso impar también,
Da fe de su estado febril
Pues no puede más que elegir
Un sendero de destrucción
Dejando atrás la razón
Que nos trae jolgosa vida,
Y comida caliente y no fría
Como es la indigesta venganza.
¡Ultranza! Repiten tus labios
En sueños varios
Que no te dejan descansar,
Pues cien vueltas das a la cama
Y no es vida sana
Esperar al enemigo con tanta ansiedad.
Vos y vuestra paranoia
Que hace que cualquier accidente
Se torne cociente
Por el hechor que la administra.
Y habrá que seguirle la corriente,
Muy señor mío,
Pues no actuó con alevosidad,
No hay ni pizca de maldad
En cualquiera de mis actos.
Pues hoy en día,
No me conviene su merced,
Exponerme a sus agravios,
Ni a sufrir sus acusaciones y lamentos varios,
Tampoco a beber de su vino aunque tenga sed.
Vendería usted a su madre
Por ir a luchar a las cruzadas
Aunque la puerta de Tierra Santa
Se halle desencadenada
Y no quede más por lo que luchar.
Vendería usted a su hermano
Por un jergón congelado
Donde en unas curvas voluptuosas
Descansan su fuego y su lealtad.
Mas yo ya me retiro,
No quiero saber nada,
Mejor ser para usted nada que ser un amigo
Porque nada se mantiene en nada
Y sus amigos siempre se tornan en enemigos.
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