jueves, 15 de septiembre de 2011

De bares y penas

Este escrito es de hace más de un año. Me acuerdo de esa noche, y eso que mi memoria es malísima. Lo escribí en un bar, sola, a las tantas de la noche bebiendo refrescos (triste pero sí) y yo ya me sentía como un detective enamorado y fracasado de los que salen en el cine escribiéndoles a sus amores platónicos. Un camarero se me quedo mirando extrañado, encima me habían quitado una muela y yo tenía cara de gilipollas dolorida por los puntos... y no supe responderle. Creo que me tomó por una chiflada. En fin, dejo de hablar de mi pateticismo de esa noche y procedo a retransmitir el porqué terminé ahí escribiendo. No esperéis poesía, porque es un conglomerado de ideas que me vinieron a la cabeza esa noche.



Bebía coca-cola aguada, mientras te miraba de reojo.
Con la boca cosida, y el corazón también, el hielo reducía la inflamación de mi encía recientemente desdentada, pero ese refresco comenzaba a calentarse, y mi motor cardíaco a desbocarse, como no.

El dentista hizo tres lazadas en la carne blanda,
y tres mentiras flotaban en el ambiente.
La primera, que no te hubiese visto.
La segunda, que no deseara que te giraras.
La tercera, la esperanza mentirosa e infantil de que me invites a otra coca-cola.

Oía los poemas, bebía azúcar marrón, visualizaba la pantalla luminosa mientras te veía fumar.
Creo que esos alicates estériles se llevaron mi juicio junto a mi muela. Maldito dentista.
Y yo, que me había pintado los labios de rojo, y los ojos de negro, y mi alma resplandecía con tonalidades celestes comienzo a apagarme y a volverme gris con cada una de tus caladas, porque se que te vas a levantar, me vas a mirar y te vas a perder en la noche.

Las palabras resuenan en mis oídos, esto se contagia; voces melosas chocando en mis tímpanos, fracturándome los pensamientos y las emociones de forma indiscriminada.
Pido otro refresco mientras chupo los hielos sabor a limón con los labios que me pinté de rojo, aunque a estas horas solo un matiz rosado brilla sobre la palidez de mi rostro.
Te vuelvo a mirar, fugazmente y con miedo, no dejo de decirme que te vas a ir dentro de un suspiro.

Una chica habla de chicles de menta, y yo me trago un antiinflamatorio para que se desinfle el lugar donde antes había un hueso esmaltado, y de paso también mis ilusiones.
Se cierran los micrófonos, y todo el mundo se levanta. Entre los aplausos me escondo en la barra y comienzo a escribir.

Entonces, unos dedos fuertes tocan mi espalda con suavidad.
Me giro a sabiendas de tu presencia.

No sonríes.

Dos besos fríos, y me duele la encía hinchada cuando tus labios besan mi mejilla.

NO SONRÍES.

Miento miserablemente, "no te había visto", digo, como si tuviese derecho a romper en mitad de tu noche.
Te das la vuelta. Te vas, o huyes, no lo se bien.

Mi coca-cola está recién empezada, y en el momento en que sales por la puerta un hielo me calma el dolor. Y no solo de muelas.

Mala suerte hoy, nena. Tal vez te pintaste los labios demasiado, para protegerte de una sonrisa falsamente adornada. Mala suerte. Mala suerte.

Notas y Recuerdos


Hoy he limpiado y organizado los cajones de mi cuarto. Entre todos los legajos y papeles, he encontrado algunos pensamientos anotados en los margenes de estos. No son poesías en si, solo son palabras con cierto sentido para mí. Ninguna tiene título así que las nombraré por el orden que las tengo amontonadas, el cual no es cronológico.
Papel 1
Navego por el mar de la incertidumbre
sin saber porque tomo este rumbo tormentoso.
Dudo, dudo, no paro de dudar.
Navego buscando una pizca de cariño,
una palabra amable,
un recuerdo mio reflejado en el corazón de otro.
Mi barco se está empezando a hundir,
y no me quiero agarrar a los maderos astillados.
Como veis estaba en una etapa un tanto depresiva. Supongo que sería de mi época sin pareja. Estaba cagandola, si, pero no quería sentir tanta soledad. Mi estabilidad se iba al carajo, y no quería refujiarme en relaciones absurdas o tener novio porque si.
Papel 2
Quedan aún un par de horas
antes del amanecer,
pero despierto,
y tu pelo me acaricia los labios
en un suave "buenos días".
Cristales de hielo se condensan en la ventana,
pero hoy no importa nada.
Hoy no me helaré.
Hoy no pienso en el mañana,
solo en ese remolino de besos y suspiros
que proceden al despertar.
Hoy no tiemblo aferrada a la almohada,
solo cierro los ojos y dejo que me abraces.
Nieva.
Los zorros nos guardarán el secreto.
Chan chaaaan. Romance. Lo bonito duró dos días y el infierno unos meses. En fin, digamos que me agarré a "los maderos astillados" de la otra poesía, además el tipo era hiperpesado y me hartó en seguida. Oh no, prefiero no recordarlo, vaya pesadilla de hombre.