martes, 19 de enero de 2010

Aullando

Publicado el 15/10/08

No se si es por mi todo lo que escribiste. Por si acaso, he aquí mi respuesta. Sino… larga vida al lobo.


Siento que mis palabras resbalarán por tu alma como lágrimas azules por mis mejillas pues no te importa nada... ¿o no?


Tu corazón era carne recubierta de piedra y ahora no le dejas latir con cadenas que lo aprietan aún más. ¿Quien las puso allí? Tal vez tú, puede que yo, probablemente ambos.

Puedo jurar que el invierno más calido lo pasé en tu cubil, que tus aullidos inflaron de fuego sentimientos que aún arden en forma de ascuas.


Piensas que fui a contemplar con otro la luna, y sin embargo solo quería ver otro astro, siempre a solas. Solitario… y sin embargo fui yo quien buscó en bosques, bebió en lagos lejanos, cazó presas extrañas, buscando manada. Sola. Yo lo quería así.


Juro que no bebí de labios más dulces, que no toqué pelaje más suave que el tuyo. Juro que nunca aullé con tanta intensidad como cuando estaba a tu lado. Juro que los juegos más tiernos fueron jugando entre tus gruesas pero inofensivas zarpas.


Y ahora pides morir en paz. Yo tomé mi camino, tú elegiste también caminos derroteros. Yo formé manada nueva. Yo forjé frágiles emociones. Yo apreté con mis patas el barro dejando huellas que te duelen más mirar.


No pidas morir solo, pues mis ojos vigilan tu valle para que nunca falte agua, presa o sombra, no puedo evitar proteger a alguien con quien compartí tanto... ni aunque me lo pidieses. No se puede. Imposible.


Algún día, dentro de mucho, la espuma de la cascada mojará nuestro pelaje lavando y purificando la tristeza y los tormentos.

Por ahora caminaré, ya habrá tiempo de aullar cuando vuelva a crecer la luna.

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