Publicado el 23/09/08
Escribí esto hace tiempo en un autobús de viaje al hospital. Era un día de verano fresco, la gente estaba muy callada, hundidos en sus asientos, nadando en sus pensamientos del día a día. Se me había roto el mp4 y solo tenía a mano una revista la cual había leido 2 veces y un bolígrafo. Para colmo, me equivoque en el sentido del autobus y tuve que subirme por segunda vez. En este trayecto tan extraño, comencé a escribir en la parte de atrás de la revista uno de los pensamientos que me rondaban por aquel entonces la mente. Cuando terminé le llamé,
La Divinidad de las Personas
Y que le hago si no creo en Dios,
sino en la divinidad de las personas,
si elevo el pensamiento humano
a categorías que rozan la utopía...
Es absurdo idealizar una raza
que se corrompe nada más nacer,
que incluso recién salida del vientre
no sabe más que gritar y pedir
con encías blandas y desdentadas.
El ser humano puede encontrar razones
para morir por amor
o vivir para odiar,
para llorar de felicidad,
para desprenderse de su dignidad
por un simple sueño.
No se en que momento dejamos de crear
para empezar a destruir,
cuando nos olvidamos de luchar
para resignarnos a recordar
tiempos mejores.
Aún así tengo fe...
Pues no he conocido algo
tan perfectamente imperfecto
como el ser humano.
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