sábado, 30 de enero de 2010

Será culpa de la luna llena

Hoy brilla la luna,
redonda, como un ojo materno.
Hoy la sangre se escurre
y chorrea desde mi abdomen,
por dentro, muy dentro,
como ofrenda a lo que pudo ser
y no ha sido.
Hoy regalo rosas mustias,
y me devuelven las espinas
con una sonrisa compasiva.

Será culpa de la luna llena,
pero me huele a hierro vil
entre mis omóplatos,
y la confianza se me pierde
enredada en las espinas,
en las espinas, en las espinas...
Y cariño,
toma o arranca de una vez
ese brote palpitante,
o te morderé una y otra vez,
y otra si puedo.

Será culpa de la luna llena,
será del brillo despuntante de tu daga,
será el nácar azulado de tus uñas
o el olor a sangre en mi habitación,
pero hoy masco tu retrato.
Me relamo, de nuevo,
y retengo los rayitos de luna
entre mis fauces hambrientas,
me mantengo, si, espero,
decidiendo si dentelleo
o si te dejo escapar.

Y hoy, créeme, eres la presa más tierna,
y me debato en si dejo que te cebes
o si olvido tu carne de mancebo.

Y hoy me visto con antiguas pieles,
y sueño como me sentaría tu cuero
sobre mi pellejo.

Será cosa de la luna llena,
pero hoy, pequeño, lo tienes crudo.


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