Publicado el 17/11/09
Me aletargo delante de la pantalla brillante del portatil.
Se que estás ahí, y tú sabes que estoy buscando.
La luz blanca del monitor me hiere los ojos en mitad de la oscuridad cerrada de mi habitación.
Fuera los ultrasonidos de los murciélagos rebotan contra mi ventana, apenas me llega un sordo reclamo. Creo que un par de grillos cantan en la lejanía de la calle.
Pero eso no importa, no, estoy buscandote dentro de una red interminable.
Se que estás ahí detrás, en una de las múltiples conexiones, perdido en un camino de bytes y códigos indescifrables.
Tarde o temprano encontraré el camino, voy a rastrearte aunque no duerma durante días, aunque mi escritorio se llene de tazas de café vacías y pringosas y latas de estimulantes energéticos prensadas.
No te creas a salvo tras esa fortaleza digital, amigo.
Solo tengo que tirar del hilo adecuado...
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