martes, 19 de enero de 2010

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Publicado el 31/08/08

Hace tiempo escribí esto en la puerta del servicio de un café. Quien sabe si seguirá allí, en esa ciudad ahora tan lejana para mi, esa ciudad tan amarga y fría por las mañanas... tan helada por la noche. En esos momentos estrujaron mi corazón con dedos crueles y me mostraron los hilos en mis extremidades confirmandome que solo había sido una marioneta. Tal vez si nos hubiesemos conocido en otra situación, en otras condiciones... pero ahora no importa, y realmente me alegro de que todo saliese mal. Aún así, mi amor por él fue tan amargo como el café.

Entre estos muros

Decidí una historia de amor

Que murió antes de nacer…

Te advierto que el amor es mentiroso,

Que todo hombre es cruel,

Que nunca sabrás si sus palabras

Son huecas y vacías.

Y ojalá, amiga mía,

Tengas más suerte que yo,

Ojalá no le recuerdes

Cada vez que huelas el aroma del café.



Suerte que ahora huela el café y solo me recuerde vagamente a él. Nuestras conversaciones se perdieron entre las paredes de ese local, se esfumaron entre volutas de humo, nuestros besos murieron con el tintineo de las cucharas contra la porcelana.


¿Quien querría ahora a alguien que te recuerde la amargura del café teniendo a alguien que cada día te sorprende con el dulce olor del té?


Porqué no cambiaría por nada esa noche, ambos en silencio desnudandonos con la mirada tomando té, diciendonos "te quiero" sin palabras al agachar la cabeza, besandonos sin tocarnos... unidos por la impotencia, separados por el miedo... te amo mi gondoriano, gracias por hacerme recordar el olor del amor, por encarnarlo en algo tan simple como una taza de té caliente...

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