Para aquellos que piensan que el amor es servir a otra persona. Me apetecía escribir. Cuando tienes que hacer montones y montones de trabajos te viene la inspiración, ¿verdad? Ay, pequeño muso... vienes en los peores momentos.
Creo que fue un sábado
Cuando me olvidé de todo.
Me olvidé de reír, pues tu risa era ahora mi risa.
Me olvidé de llorar, pues tus lágrimas se convirtieron entonces en tus lágrimas.
Me olvidé de pensar, tú pensarías por mí.
Me olvide de todo. De todo.
Menos de amar.
Y ese fue mi error, el comienzo de mi errar, mi tortura, mi tormento… me abandoné a tí.
Ya no me importaba mi cuerpo, rezaba todas las noches para poder rozar tu pecho con las yemas de mis dedos.
Ya no me importaba mi alma, la tuya era suficientemente grande para que cupiesemos los dos.
Me olvidé de todo.
Mis amigos se alejaron, porque solo me importabas tú. Mis enemigos terminaron cansándose, ya no les odiaba.
Y solo estabas tú.
Y me olvidé de todo, de todo, incluso me hubiese olvidado de respirar si no supiese que al no hacerlo no volvería a verte. Y me olvidé de pensar, y me convertí en una preciosa muñeca de ojos verdes.
Trabajaba, estudiaba… por tí, para darte lo mejor, para hacerte soñar.
Yo solo soñaba contigo. Y me olvidé.
Y cuando solo estabas tú… cuando solo te veía a tí… que curioso.
Te olvidaste de mí.
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